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El entrenador atrapó la bolsa de dinero negra, la cual tintineó en el aire y se entrechocó. La escondió debajo de sus pantalones y luego, de repente, se lanzó sobre Darla. Le dio una patada en el pecho tan fuerte que ella cayó hacia atrás sobre Íleo, quien simplemente gruñó en respuesta mientras también caía hacia atrás. Totalmente impactada, Darla lloró. Para cuando parpadeó, Aidan había fulminado al entrenador con la oscuridad de su magia. El gruñido que acompañaba su magia letal era despiadado. Lanzó rayos negros al entrenador, que lo golpearon hasta tirarlo al suelo y se enroscaron a su alrededor como una serpiente.