De repente, Edyrm rugió. Se resistía contra la magia combinada de Rolfe y Caleb.
—¡Huye de aquí! —gritó Rolfe. El rostro de su padre estaba tenso mientras usaba toda su magia para luchar contra ellos. El hielo se descongelaba y crujía cuando Edyrm levantaba su bota de la capa que lo había rodeado.
Caleb alzó las manos. Hizo círculos en el aire que azotaba sus cabellos y moteaba sus mejillas y lo dirigió de vuelta al rey, lanzándolo de nuevo contra su trono. Edyrm gruñó al aterrizar de culo. En el siguiente momento más hielo comenzó a formarse alrededor de sus pies.
—¡Huye de aquí, Iona! —gritó Rolfe—. Lleva a tu hermano. Lleva a todos tus hombres de aquí. Pero cuando vuelvas… —su aliento se volvió entrecortado mientras sus ojos se vidriaban pensando que su pareja lo abandonaría—. Cuando vuelvas, ven con tus padres y con cada una de tus alianzas de la Leyenda y destruye este lugar.