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Rolfe estaba intrigado por el diseño que Iona había trazado sobre el papel pergamino que cubría toda la longitud de su mesa de escritura. Se colocó detrás de ella y puso sus manos al lado de ella en ambos lados, enjaulándola. Miró por encima de su cabeza el papel y quedó... impresionado. Pero, ¿cómo sabía esta chica tan bien el mapa de la capital? Con el ceño fruncido, siguió toda la malla de tuberías y embudos que había dibujado para la ciudad.
Iona se convirtió en un manojo de nervios. Su cálido aliento caía sobre su frente, sus orejas y mejillas mientras examinaba el dibujo.