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La coronación de Íleo y Anastasia fue uno de los momentos más esperados. Fue la investidura formal del príncipe y la princesa para mostrar sus poderes reales. Tan pronto como las coronas fueron colocadas en sus cabezas, Isidorus se adelantó y les pidió que tomaran votos formales ante la corte noble así como ante los súbditos. Fue una larga ceremonia en la que después de los votos los ministros fueron formalmente presentados.
La mirada de Anastasia barría a los nobles y ella podía sentir la excitación enloquecida en los ojos de Circe. Sus instintos se activaron y sabía que, bajo la apariencia calmada, la Ministra de Educación era pura maldad.
Una vez finalizados los votos, el Chamán les ofreció agua sagrada de las deidades, de la que ambos tomaron un sorbo.