—Una oleada de ira la recorrió toda; lo único que Anastasia quería era separarlos a los dos. Dio un paso hacia adelante, pero Darla le agarró la mano y la tiró hacia atrás —susurró agudamente.
—El rostro de Kaizan estaba enterrado en el hueco del cuello de Tamara. Sus manos estaban a ambos lados de la sacerdotisa, aprisionándola. Su pecho subía y bajaba audiblemente —Te dije que te mantuvieras alejada de mí Tamara —gruñó. Parecía estar de humor salvaje. Sus garras y colmillos se habían alargado.
—El pecho de Tamara subía y bajaba y ella tenía los dedos enredados en su cabello —¿Por qué no te entregas a mí? —canturreó —Sería mucho mejor para ti. Su mano se deslizó lentamente hacia su cuello y lo acarició allí —¿No me deseas? ¿Hmm?
—Kaizan golpeó la pared con su puño a la derecha. Saltaron astillas y Tamara inclinó la cabeza hacia su lado —Deja de hacer esto —gruñó.