—Todos estallaron en risas —dijo Anastasia—. Me siento en la cima del mundo. Tengo plena confianza en mi suegra de que nos guiará en la dirección correcta. Si quiere una boda oficial en ambos reinos, entonces seguramente está pensando en algo. Quizás un mensaje que quiere hacer llegar a la Leyenda —comentó ella mientras se dejaba caer en el regazo de su pareja.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó, desconcertada por su descarado acto.
—¿Qué te parece eso, princesa? —preguntó él, moviendo sus cejas, sin importarle que sus padres, el Chamán o la Alta Sacerdotisa estuvieran en la habitación, todos mirándolos con deleite. Rodeó con su brazo su cintura, aprisionándola.
—Me siento ligeramente incómoda en esta posición —admitió ella mordiéndose el labio inferior mientras su rostro se sonrojaba de un rosa pálido.