Anastasia lo miró fijamente mientras sus ojos color ámbar se perdían en su espalda. Estaban tan llenos de emociones que giraban detrás de ellos.
Su rostro se había tornado rígido porque se estaba conteniendo de volver al pensamiento. Su cabello oscuro estaba despeinado, y su manzana de Adán se movía mientras intentaba empujar el nudo que se había formado en su garganta. Tomó una respiración profunda pero no rompió la mirada.