—¡Perra! —gritó Iona y nuevamente corrió hacia ella con la espada—. ¡Mereces morir! ¡Vamos a matarte y luego beber tu sangre! Pero no pudo avanzar más de unos pocos pies ya que esta vez se encontró con sombras oscuras que igualaban su magia. Las sombras la engulleron mientras rebanaban su piel vidriosa.
—¡Ahhhh! —gritó ella de dolor—. Hermano, puedes defenderla, pero ¿hasta cuándo? —dijo con voz temblorosa—. Finalmente la mataré. ¡Mataré a tu pareja y luego gobernaré este mundo!
Un rugido de indignación escapó de su boca mientras se materializaba detrás de ella y la golpeaba en la espalda para frenarla. Iona chilló al caer al suelo, su espalda se rompió en el lugar del impacto. Anastasia había ido a apoyar a Adriana. Iona corrió hacia ellas, pero Íleo se interpuso entre ellas, deteniéndola con otro golpe en su corazón. Sin embargo, esta vez, explotó en penachos de oscuridad y Íleo la siguió.