Íleo recorría perezosamente con sus dedos los pechos y el vientre de ella mientras ella se apoyaba contra su ancho pecho. El agua caliente y humeante se ondulaba contra sus cuerpos, limpiando toda su suciedad y disipando su fatiga.
—Lamento haberte puesto en tal situación, Natsya —su mano presionó su vientre—. Debería haber sido más cuidadoso al cruzar el puente.
—Lo que hiciste no fue tu culpa. Fue solo un malentendido entre Darla y tú. No podías anticipar la ansiedad de Darla por cruzar el puente.
—Eso no es excusa —dijo él—. No debí haber dicho nada hasta haber cruzado el puente. Necesito controlar mis impulsos mejor.
Anastasia giró su rostro sobre sus hombros para mirarlo y le besó la mandíbula firme. —¡No podemos controlar todo en nuestra vida, cascarrabias!
—¿Me has llamado cascarrabias? —sus ojos se entrecerraron.
—Mmm —lo besó de nuevo—. Simplemente no puedes controlar todo en la naturaleza.