Anastasia palideció. Su estómago revoloteó por dentro y su pecho se apretó mientras el aire se escapaba. La bilis subió a su garganta y sintió un sabor agrio en la boca. La energía retumbaba en su pecho y su primer pensamiento fue matar a Franco.
—Sugiero que matemos a la perra aquí y
No pasó ni un segundo cuando Anastasia sintió una ráfaga de viento. Íleo se había convertido en sombras y en una fracción de segundo había atacado a Franco.
Cuchillas de sombras volaron en su dirección. Hubo un bramido, seguido por gritos y aullidos de dolor. El árbol de álamo en el cual Franco se recostaba, crujó un poco. De repente, mucha sangre salpicó en la nieve y todos se dispersaron. Anastasia se quedó mirando la escena que vio a continuación. Íleo había usado la espada de Franco para empalarlo en el árbol. La había clavado justo en su corazón y arrancó sus extremidades del torso solo para arrojarlas a los pies de los demás.