—¡No hables de mi madre! —gruñó Maple y aleteó sus alas.
—No despliegues tus alas, Maple —advirtió Anastasia—. ¡Porque si lo haces, no podrás volver a volar! —Dicho esto, Anastasia lanzó los rayos que había reunido en sus manos hacia las alas de Maple.
—¡Celosa, primita! —Maple se rió mientras se levantaba del suelo y la esquivaba—. ¿Extrañas volar?
—No Maple —gritó Anastasia y lanzó otro rayo—. ¡Puedo estar harta de ti pero nunca celosa!
Maple se rió de nuevo y voló hacia la derecha donde se encontraban Aidan y Guarhal. Su velocidad era tal que derribó a los dos magos al suelo. Inmediatamente se levantaron y giraron para enviarle rayos rojos, pero ella fue demasiado rápida. Voló más alto y evitó por completo esos rayos.
—Déjamela a mí —gruñó Anastasia, mientras corría hacia ella.