RETH
En cuanto ella salió de las pieles, él tomó su mano para guiarla a través de la oscuridad. —No se me ocurrió comprobar si alguien te había mostrado esto —dijo sonriendo—, pero admito que me alegra poder hacerlo yo.
Ella seguía con la camiseta de dormir que había encontrado. Era sin mangas y le colgaba casi hasta las rodillas. Pero los cordones del frente se habían desatado durante la noche y ella no lo había notado. Reth se giró y se obligó a enfocarse en... algo más que la vista.
Él la llevó fuera del dormitorio y a través del gran salón, pero en la dirección opuesta a la puerta principal. Detrás del espacio que utilizaba para cocinar, había otra curva natural en la pared. Él mantenía una puerta ahí porque el viento aullaba durante el invierno.
Al abrir la puerta, rezó para que la luna brillara lo suficiente como para que ella pudiera ver y no tuviera que encender las lámparas.