Mientras se encontraba frente a las Cámaras Reales, Regan miraba la entrada con ojos fríos. No estaba precisamente mirando la entrada, sino perdido en sus propios pensamientos.
El recuerdo de cómo había dejado esas mismas cámaras años atrás lleno de ira aún estaba fresco en su mente.
Aquel día, se había prometido que nunca volvería a entrar aquí... porque el dueño de esas cámaras no era respetado por él. Fue desde aquel día que creyó que su padre estaba muerto.
Derrick no era su padre, solo era un rey.
Y sin embargo, aquí estaba hoy, de pie en el mismo lugar que había jurado no volver a pisar.
—Su Alteza, puede pasar —el soldado real vino e informó. Regan entró silenciosamente en las cámaras.
Aunque no quería, sus ojos inconscientemente se dirigieron en una dirección particular mientras avanzaba y vio la pintura familiar en la pared.
Era de su madre. La Reina Regina, que también era la princesa y la única gobernante de la Ciudad de Mazic.