Dejar a Rafael gobernando la Ciudad Real había sido una mala idea. Regan lo sabía.
Pero no tenía otra opción.
No quería irse y dar oportunidad de que le arrebataran a Evelyn otra vez. Ya podía ver las consecuencias.
Las huellas dactilares en las mejillas de Evelyn le recordaban a Regan lo incapaz que había sido para proteger a la única mujer que amaba.
Ya no podía confiar en nadie con la seguridad de Evelyn.
No en Elías, no en Rex y en nadie más.
Al menos mientras Arturo estuviera vivo... no podía confiar en nadie excepto en sí mismo.
Regan sabía que Elías y Rex nunca habrían enfrentado la derrota si la lucha hubiese sido física y no los culpaba.
Pasaron dos días y no había movimiento alguno que hiciera pensar a Regan que Arturo finalmente había aparecido.
Al final, Regan se impacientó y anunció en toda la ciudad que Guillermo sería ejecutado tres días más tarde.
Estaba seguro de que Arturo aparecería.
Mientras esperaba a Arturo, pasaba sus días con su esposa.