—Yo, Regan, te tomo a ti, Evelyn, para ser mi esposa/marido. Prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad. Te amaré y honraré todos los días de mi vida.
Regan leyó el voto siguiendo las palabras del sacerdote.
Evelyn no pudo apartar sus ojos en todo este tiempo. Fue solo cuando Regan apretó su mano cuando se dio cuenta de que ahora era su turno.
—Yo, Evelyn, te tomo a ti...
Evelyn se detuvo de repente y sus ojos se abrieron de par en par mientras se preguntaba si solo se suponía que debía tomar el nombre del príncipe.
—¿Cómo podría hacer eso?
Evelyn nunca había asistido a una boda antes, entonces, ¿cómo se suponía que debía conocer todos esos rituales?
Pero su silencio repentino hizo que todos en la sala la miraran. Aunque no había muchas personas presentes, aún se sentía nerviosa bajo tantas miradas.
Pero se sintió ligeramente irritada cuando vio diversión en los ojos del príncipe como si pudiera ver a través de su lucha.