—Señor, ¿qué piensa? Este segundo es mejor, ¿cierto? —preguntó Erlos.
El rey de cabello negro no se preocupó mientras simplemente se ajustaba sus guantes igualmente negros, su mente ocupada con pensamientos de cierta chica humana.
—Esa cosa, ¿qué es ella? —se preguntó a sí mismo.
Su guapo rostro continuó frunciendo el ceño mientras se preguntaba cómo debería proceder para investigar los misterios de esa chica. Para alguien como él, que está al tanto de los innumerables secretos de esta tierra, no había muchos tan informados como él.
Mientras reflexionaba, sus sensibles oídos captaron un sonido familiar, haciendo que el número de líneas de preocupación en su frente se duplicara.
Una existencia irritante se estaba acercando.
—Puedes irte —instruyó Draven a Erlos, quien parecía finalmente satisfecho con el atuendo negro que había elegido para Draven.