—¿No te avisé que te alejaras de ella? —pareció gruñir Draven.
—Yo... estaba... preocupado por ella... —Morpheus logró hablar con su voz ahogada.
Draven sonrió como si hubiera oído un chiste. —¿Preocupado por ella? ¿Tú? ¿No fuiste tú quien quería que la marcara? ¿No fuiste tú quien empujó mis límites? Ahora, ¿actúas como si te importara?
Morpheus no discutió y cerró sus ojos como si estuviera lamentando algo.
—Draven,— lo llamó y abrió sus ojos para mirar al hombre de ojos rojos. —Hablo en serio.
—No me importa. Solo aléjate de ella, —advirtió Draven una vez más.
Morpheus no discutió ya que él mismo se sentía lleno de culpa y simplemente se quedó en silencio. Su intuición le decía que también era la mejor manera de calmar al diablo desbocado.
Al verlo quedarse quieto, Draven aflojó su agarre alrededor del cuello de Morpheus, pero lo advirtió antes de dejarlo ir. —Ya la he marcado —tienes lo que querías. Aléjate de ella.