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El cielo estaba teñido de un naranja profundo, girando paulatinamente hacia el morado, para cuando Draven regresó a su cámara después de terminar su trabajo. Pensaba en qué hacer en la reunión del consejo del día siguiente, reflexionando sobre qué decisión tomar respecto a esa humana.
—¡Chuhú!
Con un grito alarmado y el sonido de alas aleteando, una lechuza blanca como la nieve entró por su ventana abierta y voló alrededor de él, como instándolo a Draven a moverse.
Draven estaba conmocionado por el mensaje que su mascota, Medianoche, trajo. Levantó su brazo y la lechuza se posó en su antebrazo.
—¿Ella lo hizo? —preguntó frunciendo el ceño.
La lechuza asintió con otro chuhú, y antes de que pudiera decir más, Draven la sacudió de su brazo, haciendo que la lechuza aterrizara en la ventana. El Rey estaba a punto de usar sus poderes para teletransportarse por su cuenta cuando
—¡Zas!