Después de la reunión del consejo, Draven fue hacia el ala sureste del palacio. Quería comprobar cómo estaba Ember, quien había estado callada y evitaba salir de su cámara. Todo lo que hacía era sentarse en la ventana de su cámara y mirar al cielo como si su mirada vacía esperara a que alguien apareciera en aquel vasto cielo azul.
De vez en cuando notaba a los guardias patrullando del clan Águila Divina volando, pero ni una sola vez los confundió con Morpheus. Ella podía distinguir fácilmente entre ellos y Morpheus. Nadie tenía aquel aura digna como él y la forma en que lucía con esas majestuosas y hermosas alas, nadie podía igualarlo.
Draven entró en la cámara y sus dos sirvientes se marcharon después de inclinarse ante el rey. Draven caminó hacia ella y se quedó junto a la ventana donde ella estaba sentada. Sin decir una palabra, simplemente puso su mano sobre su hombro.