El suave y esbelto cuerpo de Ember temblaba bajo su hombre, la anticipación de lo que estaba por venir hacía que sus gemidos amortiguados se convirtieran en seductores gritos de anhelo. Lo que sentía por este hombre era un fuego furioso amenazando con arruinar lo que quedaba de su racionalidad, y era obvio que él la deseaba tanto como ella a él.
Tal vez más.
La áspera mano del hombre acariciaba un lado de su rostro, su otra mano aún sosteniendo su pequeña cintura, su agarre posesivo mientras su boca necesitada reclamaba la de ella con cruda pasión, su lengua dominando su pequeña boca de una manera que la dejaba sin aliento. Ella saboreaba dulce, más dulce que cualquier cosa que él hubiera probado antes, y era adictivo, haciéndole crecer más impaciente al pensar en saborear el resto de su delicioso cuerpo. Su caliente aliento se mezclaba con el de ella, haciendo que su fría piel ardiera con el fuego encendido dentro de él.