Cuando Aureus y Erlos se dirigieron hacia el bosque, aunque no dejaron que los otros dos se enteraran, su partida no pasó desapercibida. Un veterano de guerra como Morfeo no bajaría la guardia solo porque no había estado activo durante las últimas décadas. Sin embargo, tenía poco interés en por qué aquellos dos jóvenes se habían escapado sigilosamente pues tenía un problema mayor entre manos.
Él y Ember se quedaron solos.
Ember estaba ayudando a Morfeo a asar el pescado aunque él no necesitaba ayuda. Cuando él sostuvo el primer pescado para limpiarlo antes de ensartarlo en un palo y apoyarlo entre dos rocas en los extremos opuestos del fuego. Con ojos brillantes, Ember intentó copiar todo lo que él hacía al segundo pescado como una obediente pequeña estudiante.
—¿Lo estoy haciendo bien, Morfo? —preguntó mientras colocaba cuidadosamente el palo sobre las rocas dispuestas, de tal manera que el pescado ensartado pudiera asarse sin necesidad de sostenerlo sobre el fuego.