Después de que Morpheus se marchó, los demás continuaron observando a las brujas que trabajaban dentro del lugar más importante del aquelarre. Ember se estaba divirtiendo viendo cómo la gente trabajaba con tanta concentración y habilidad. Había algo impresionante en las personas que trabajaban duro, ya fuera su expresión o dedicación, y la seria atmósfera dentro del taller era algo imposible de capturar en las palabras escritas de un libro. Sin mencionar que estas brujas le habían abierto a Ember un verdadero mundo mágico.
—Señora Cornelia, ¿también hace sus pociones aquí? —preguntó Ember después de un rato.
—Yo guío y participo en investigaciones importantes aquí, pero las pociones que hago por mí misma, las hago en mi residencia. Tengo un taller personal que utilizo. Algunas pociones que necesitan mucho tiempo, como un año o quizás más, para crearse, las hago especialmente en privado.
—¿Un año o más? ¿No es demasiado tiempo?