Al día siguiente, Ember comenzó su día con grandes expectativas. Había sido informada de que su maestra de magia, un hada que pertenecía a las Hadas de Fuego, vendría y ella esperaba con ilusión conocer a su maestra después de tomar su desayuno.
Yula la escoltó hasta el área abierta en la parte trasera del palacio donde una vasta pradera estaba asignada para ser su campo de entrenamiento. Sus lecciones se llevarían a cabo en este lugar a partir de ese día en adelante.
Justo cuando llegaron al campo de entrenamiento, vio al Rey hablando con una mujer de cabello rojo, junto con lo que parecía ser un séquito de sirvientes de ambos lados.
Sin embargo, Ember no se fijó en la mujer, y tampoco vio a los demás con ellos. En el momento en que puso un pie en esa área abierta, todo lo que podía ver era al Rey, su compañero.
Solo tenía su mirada sobre él y le resultaba difícil apartar su atención de él.