La sirvienta de cabello azul recogido en un moño vio a su maestro humano junto al Rey dentro del pabellón.
Reya se apresuró a ocultar su sorpresa mientras se acercaba al pabellón del jardín y hacía una reverencia al Rey. —Saludos, Su Majestad. Me disculpo por la intrusión, pero estoy aquí para informar a la Señorita Ember que su comida de mediodía ha sido preparada —luego, hizo una pausa como considerando sus próximas palabras—. ¿Debería hacer saber a la cocina que ustedes dos comerán juntos?
Pero Draven ignoró su pregunta. —Su rodilla está herida. Asegúrate de cuidarla.
—Sí, Su Majestad —dijo la sirvienta manteniendo su cabeza baja.
Antes de irse, Draven recordó algo mientras echaba un último vistazo a su compañera. —Dale vestidos casuales que sean más fáciles de mover —instruyó y se fue antes incluso de que la sirvienta pudiera responder.
Después de que él desapareciera completamente de la vista, Reya entró en el pabellón de piedra y miró a Ember, quien parecía perdida.