—¿Así que eso es? Entonces quiero que prepares todos los vestidos del catálogo y yo elegiré uno que se ajuste a mi ánimo en ese momento —dijo ella.
La sorprendida diseñadora estaba en shock. El conde le había pedido que desconcertara a la señora. Por eso había traído todos los catálogos de la boutique. Se tardaría un año en preparar todos los vestidos.
¿Cómo podría hacerlos para la noche? Pero ¿y si realmente iba e informaba al señor que había rehusado atender sus deseos y el señor decidiera castigarla de acuerdo a ello?
Tragó su propia saliva mientras miraba a la mujer que tenía una sonrisa burlona en su rostro, como diciéndole que la había atrapado en su propio juego.
Sabía que actuar ya no era una solución y sus ojos se llenaron de piedad al instante.