—¿Tiene miedo de que un día también la mate? —Ella sostenía su vestido con fuerza en sus manos mientras sus ojos centelleaban. Si él le hubiera hecho la pregunta cuando estaban sentados en el carruaje, ella habría sentido alguna vacilación.
Pero tantas cosas habían sucedido desde entonces, ¡si todavía los dudara estaría insultando las manos que habían intentado sostenerla en la adversidad!
¡Sería tan ingrata de seguir dudando de él!
—¡No! ¡No tengo miedo de que me mate! ¡De hecho, estoy segura de que me protegerá hasta el final! —sus ojos centelleaban cuando escuchó sus palabras.
No eran palabras falsas de adulación que ella a menudo decía para salvarse de su ira, ¡sino que estas palabras tenían sinceridad! ¡Una creencia de que nunca la lastimaría!
¡Si solo ella supiera sus pensamientos de hace un rato! Una sonrisa cautelosa se formó en su rostro, pero ella no pudo verla ya que él tenía la espalda hacia su lado.