—¡Quiero el poder para negarme a ver a cualquiera en el palacio, aunque sea Escarlata o usted, mi señor! —cada vez que la chica hablaba, le asombraba lo calmada que estaba incluso cuando él estaba enfurecido.
Como si tuviera un muro impenetrable contra el cual su aura chocara y regresara sin dañarla. ¡Aún así! Cuando hablaba con Damien, era tan despreocupada y natural, pero cuando hablaba con él, parecía que siempre estaba ansiosa por trazar una línea.
Un rayo oscuro de luz pasó por sus ojos cuando el pensamiento cruzó su mente y su rostro se tornó sombrío.
—¡Incluso como emperatriz, ninguna esposa tenía el poder de rehusarse a encontrarse con su marido! Claro, lo mismo ocurre al revés también. Entonces, no puedo conceder tu segunda condición. Si quieres, puedo considerar la mitad de ella dándote el permiso de elegir si quieres ver a alguien más o no —Hazel apretó los labios para evitar gritar que no eran una pareja o amantes reales, pero al final asintió.
