—Aah, finalmente estás aquí. Solo te esperaba a ti —Hazel sonrió hacia Damien al entrar él en la habitación mientras cerraba el libro que estaba leyendo y le prestaba toda su atención.
Pero sus ojos eran más fríos. No le prestó ninguna atención mientras entraba y se sentaba en el sofá.
—Rafael me dijo que te protegiera. Voy a pasar mi día aquí hasta que él regrese —murmuró cuando Hazel asintió con la cabeza llena de brillo. Solo entonces se dio cuenta de que había sido idea de ella.
Ella había pedido a Rafael que lo nombrara como su perro personal. ¿Quería burlarse de él para presumir sus poderes? Sin importar la razón, se sintió molesto con la idea.
—Ya que estás aquí, quiero salir —como un niño mimado, se levantó y se quejó cuando él frunció el ceño y apretó los dientes—. Rafael no me dejó salir porque piensa que no es seguro para mí, pero ahora que tú estás aquí, estoy segura de que no me impedirá salir.