A pesar de que el hombre lucía amable con una suave sonrisa y gafas, Hazel sabía mejor. Era la marca distintiva de los oficiales en el consejo, pero eran astutos hasta la médula.
—¡No! No será necesario. Solo estoy aquí para informar —su rostro estaba tranquilo. Tan tranquilo que él no podía discernir lo que pasaba por su mente.
¡No le gustaba ella! Desde que había entrado en la vida de Rafael, él había cambiado. Había estado ausente la mayor parte del tiempo, dándole demasiada prioridad.
—¡Oh! —asintió mostrando una pizca de sorpresa en su rostro—. Nathan, ¿podrías venir aquí y tomar la declaración de la princesa? Ella está aquí para informar de algo —gritó con voz más alta mirando hacia la puerta cuando esta se abrió y un hombre miró desde el otro lado.
Aun así, él entró corriendo a la habitación mientras entrecerraba los ojos ante la sonrisa burlona de Michael.