—¿Así que trajiste a un hombre para darme celos? —preguntó Declan con una sonrisa tonta en su cara que Anne maldijo por lo bajo.
¡Qué mala suerte tenía! Había sido una buena mujer, hacía caridad, rezaba a Dios e incluso ayudaba a todos pero ¡aún así!
Le tomó un segundo recobrarse cuando se giró para mirarlo y le devolvió la mirada con una expresión burlona.
—¡Ja! Es sólo para alejar a una plaga. ¿Piensas que los insectos son importantes cuando intentamos ahuyentarlos? —pero no importaba lo que dijera, la sonrisa tonta no desaparecía de su rostro.
Asintió con la cabeza como un niño obediente, pero ella podía ver en sus ojos que no estaba prestando atención a una sola palabra que ella decía, lo que la irritaba.
Quería abofetearlo para quitarle esa sonrisa tonta de la cara, pero sabía que no resultaría.
Revoleando los ojos, comenzó a caminar de nuevo cuando escuchó los pasos detrás de ella y suspiró.