El marqués miró a todos los que ya lo miraban con desdén. Sus rostros decían —¡tsk tsk! ¿Pensaste que recibirías un trato especial?
Todo su rostro se enrojeció. Le habían prometido un puesto más alto a cambio de los votos que había gastado. A cambio de traicionar al duque, al que había seguido durante mucho tiempo.
—Pero yo... Yo recibí la oferta de un puesto más alto —dijo sin tapujos, causando muchos suspiros entre la gente alrededor cuando Hazel asintió con la cabeza sin vergüenza.
—Y el puesto de duque es más alto que el de marqués. Nunca rechazaré lo que prometí —le pasó los papeles de sus propiedades con una mirada noble en su rostro.
—..... —los papeles de las propiedades se sintieron como una gran bofetada en sus mejillas que ardían.
Quería lanzar los papeles en su cara y voltear la mesa, pero se contuvo. Ella era la emperatriz y él solo un marqués. Tenía que esperar hasta que llegara su oportunidad.