—¿Crees que eso es lo que hay entre nosotros? —Si lo hacía, entonces era un descarado tonto.
—Nunca tuve nada en contra tuya. Solo estaba cumpliendo con mis deberes y siguiendo las órdenes de mi amo —su voz se suavizó cuando intentó tocar sus mejillas, acariciarlas, pero ella frunció el ceño.
—¡Ja! ¿Tu amo te dijo que me usaras y rompieras mi corazón? —Ella se burló mientras miraba hacia otro lado, pero siguieron bailando juntos.
—Él me pidió que te usara, pero el método fue mi propia elección. Si ella hubiera caído en peligro, tú o Rafael la habrían salvado —su voz se volvió más cortante y feroz—. Esa era solo una manera de detenerte... Dándote a alguien que era más importante para ti que ella.
Él encogió sus hombros como si no tuviera otra alternativa.
—Puedes culparme, pero los demonios estamos atados por sangre. Nunca podemos ir en contra de nuestros amos —él le sonrió a ella, pero ella miró hacia otro lado.