—¿No oíste cuando ella dijo no? —hizo una pausa. Aunque el hombre estaba detrás de ella y no podía ver su rostro, conocía muy bien esa voz.
¿Pero cómo?
—¿Y qué tiene que ver contigo? Soy su prometido y le estoy pidiendo un baile —dijo entre dientes mientras miraba al hombre molesto que trataba de meter las narices en sus asuntos.
Había pensado que sería pan comido cuando su padre le habló sobre la oferta de Hazel.
Pero, ¿quién hubiera pensado que un plebeyo tendría tal arrogancia solo porque era bella?
—¿Tu prometida? —El hombre inclinó la cabeza y miró fijamente al tipo molesto que sostenía las manos de Anne fuertemente en las suyas—. Creo que no has visto tu rostro en el espejo por tanto tiempo que has empezado a delirar. Ve y consulta primero con un médico. Por lo que puedo ver, estás obligando a una joven a estar contigo.
Su voz no era alta, pero aún así captó la atención de muchos.
