—No puedo creer que ella haya tenido ese poder en el inframundo —Declan miró a la multitud y luego se vio a sí mismo parado en la esquina con un traje.
—¿Él acaba de decirme que vaya y la felicite por conseguir el trono cuando ella intentaba matarme hace apenas unos días? —negó con la cabeza incrédulo—. Su maestro se había vuelto loco.
Había roto el corazón de una joven por esto. No es que le importara. ¡Pero aún así!
Acababa de rehusarse a verla de nuevo hace dos días, y ahora estaba aquí parado con flores en sus manos para felicitarla.
Quería gritar en voz alta sobre esta absurdidad. Por alguna razón estaba al borde.
Su sexto sentido le decía que no debía estar aquí y le pedía que huyera.
Estuvo inquieto todo este tiempo. El Maestro solo le había dicho que la felicitara con flores, ¿correcto?
Lanzaría el ramo en sus manos y se iría tan pronto como ella llegara. Asintió con la cabeza ante ese pensamiento.