—Mmm, el destino debe haberlo querido. Si no, cómo no deseaste sobrevivir sino renacer y tu madre deseaba nada más que no fueras su hija. Ambos deseos se hicieron realidad —ese pensamiento no hizo que Hazel se sintiera mejor.
Solo sintió amargura llenando su boca.
—Si ya no soy su hija, ¿por qué todavía quería matarme? Han pasado décadas. Había comenzado mi nueva vida. ¿Por qué no podía dejarme ir? —esa pregunta picó la conciencia del demonio pero como él dijo, los demonios no tienen emociones. Así que el hombre no se detuvo mucho en esos pensamientos extraños.
—Porque en el proceso de matarte en tu vida pasada, perdió a su esposo que fue asesinado por Rafael, a su hija que la dejó diciéndole que era una asesina y no le quedaba nada —¡ja!
Hazel se burló. Se sentía como la tonta aquí y su madre no era terca sino loca.