—¡Atácala de una vez! —le gruñó con furia. Nunca había nadie que lo hubiera desafiado de esta manera.
Lamió sus labios con un brillo extraño en sus ojos. Mientras él también la atacaba.
Los cazadores eran conocidos por su velocidad y agilidad. Había muy pocos nobles que pudieran comparárseles o atreverse a desafiarlos.
Todos atacaron la pared al mismo tiempo, pero no se rompía y ni siquiera podían verla. Era invisible, algo que un humano jamás podría crear.
—¡Pensé que todas las brujas tenían ojos plateados, justo como los vampiros que tienen ojos rojos! —inclinó la cabeza mientras miraba a la chica que estaba de pie en el centro.
Sus ojos se habían vuelto negros y una energía oscura se desprendía de su cuerpo. Esto atraía a su líder sin límite alguno. Aspiró y inhaló, su rostro se tornaba extasiado.
Su rostro tenía una sonrisa espeluznante mientras sus ojos brillaban intensamente, pero ella lo ignoraba.