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Hazel sonrió. Sabía que serían hostiles hacia ella. Otros también la miraban fijamente.
El mensaje estaba claro, al anunciarla como la nueva gobernante, Rafael quería cumplir su largamente esperado sueño de gobernar a los humanos.
Si no, ¿cómo una mujer que fue sacrificada para salvarlos, podría levantarse y volver a gobernarlos? No era más que un peón descartado por sus padres y ahora utilizado por Rafael.
—Debes tener una imaginación desbordante, duque. ¿Cree que el consejo es tan tonto como para mantenerse en silencio si ese fuera el caso? —preguntó con una mueca—. Han trabajado tan duro para recuperar la paz. No podría sacrificarse, incluso si el otro fuera el señor —pero sus palabras eran como un pequeño guijarro en el gran río.