Sus sentidos ya habían empezado a nublarse con la intensidad cuando sintió sus manos en los hilos que sostenían su vestido.
El viento frío tocó su cuello y se dio cuenta de que él ya había deshecho el botón en su cuello y ahora estaba trabajando en la parte inferior del vestido.
Unas cuantas más vueltas y su vestido caería completamente de su cuerpo. ¿Estaba preparada para eso? Sus labios se alejaron de los de ella y ella jadeó por aire de nuevo, pero antes de que pudiera reaccionar, él ya había comenzado a darle besos picantes en el cuello y clavículas que se sentían como pequeñas descargas eléctricas adormeciendo completamente sus sentidos.
—Si quieres detenerme, hazlo ahora. O más tarde no seré capaz de contenerme. —¿Quería detenerlo?
Era demasiado tarde para la pregunta ya que podía sentir la humedad formándose entre sus piernas.
Podía sentir cómo él se había convertido en la droga que finalmente podría calmarla.
Sentía que estaba tan bien, incluso si estaba mal.