Bella intentó luchar con las cadenas en sus manos, pero no se movieron ni un ápice. Cuanto más intentaba tirar de ellas, sus manos se cortaban y la sangre empezaba a salir de su cuerpo.
No tenía idea del funcionamiento de hechizos, ya que nadie jamás se lo había enseñado. Pero sabía que si se concentraba lo suficiente, sería capaz de romper estas cadenas como cuando su madre la había encadenado.
Entonces huiría. Así podría comenzar una nueva vida. Con ese pensamiento, incrementó la fuerza. Puso todo su esfuerzo en tirar de las cadenas cuando escuchó el sonido de pasos.
El pánico en sus ojos aumentó. Ella no quería servir su sangre a nadie. No quería ser esclava de nadie. ¡Debe huir! ¡Tenía que hacerlo!
Tiró de las cadenas aún más cuando la puerta de la sala se abrió, Rafael estaba allí con una cálida sonrisa en su cara como si fuera un amigo al que vino a visitar después de mucho tiempo.