—¡Oh! ¿Qué haces aquí? —preguntó el hombre a Anne, quien estaba manchada de sangre por todas partes.
Anne, que aún sostenía a las chicas para darles los primeros auxilios y miraba el fuego ardiente que se había esparcido a su alrededor, se volvió a mirar a Declan, quien estaba ajustando sus gafas y la miraba con el ceño fruncido como si quisiera preguntar «¿qué haces tú aquí?».
—El señor había enviado las fuerzas para ayudar a todos los que quedaron atrapados en el fuego —explicó su excusa predeterminada para el incendio.
—Pero tú eres... —se detuvo y luego caminó hacia ella—. Entonces déjame ayudar —tomó a la chica que ella sostenía en sus brazos.
Sus manos se rozaron y él retiró sus manos con la bruja en sus brazos.
—Hay un pequeño campamento allí donde un médico está atendiendo a los heridos —ignorando la vergüenza en la cara del hombre, ella apuntó a la tienda con la cara inexpresiva cuando él inclinó la cabeza y siguió su dedo y asintió con la cabeza.