Las cadenas comenzaron a formarse en sus manos con el hechizo que podía sellar a la persona mágica de la bruja, pero no había miedo en los ojos de Hazel mientras continuaba mirando fijamente a su madre.
—¡No sabía si debía atacarte y matarte o compadecerme de ti y dejarte vivir! —los ojos de su madre hervían de ira mientras su fuerza aumentaba, presionando a Hazel hasta hacerla caer de rodillas.
—¿No pudiste sobrevivir en aquel momento teniendo un cuerpo tan fuerte y todos tus poderes, qué te hace pensar que puedes sobrevivir con este cuerpo débil? ¿Eh? —su feroz mirada se posaba sobre la chica que había cerrado los ojos con una expresión malvada en su rostro.
—¿La has traído? —el sonido se solapó con la voz de su madre y Bella se estremeció.
Hazel podía ver a Bella enjaulada en una pequeña celda como un animal. Estaba acurrucada como un feto en la diminuta jaula que era la mitad de su tamaño.
En el momento en que su cuerpo tocó la jaula, se quemó tan mal que lanzó un alarido.