—¡Una bruja! Hay alguna confusión. Solo tenemos esclavos humanos. Seguimos las directrices y matamos a todas las brujas que encontramos —dijo él con un tono de suficiencia mientras miraba alrededor como si escaneara todo el área en busca de posibles amenazas.
—No hay caballeros ni consejeros que me sigan y no necesito tus tonterías —dijo ella con tono autoritario—. ¡Una persona que vende a otras personas se llama a sí misma seguidora de las directrices y exhibe su rectitud! ¿Acaso sabes lo que estás diciendo?
—¡Hazel no! —pero ya era demasiado tarde, ella había convertido al hombre en un sapo que saltaba y croaba pero lo ignoró y luego miró al otro guardia, quien estaba aterrorizado.
—¿Me vas a llevar ahora a las brujas que están aquí? —el hombre asintió con la cabeza como un tambor de mano. No quería terminar como su amigo, que ahora medía solo unas pocas pulgadas.