—¿Así que finalmente tuviste el valor de volver a mí? —Hazel miró fijamente a su hermana que siempre juró apoyarla pero la traicionó cuando Rafael vino suplicando ayuda.
—¿Estás diciendo que no te alegra? Los chupetones en su cuerpo y tu cuello dicen lo contrario. ¡Estoy segura de que la noche fue caliente! —ella levantó una ceja mientras Hazel murmuraba algunas maldiciones en voz baja y luego se volteó para mirar por la ventana.
—Así que tú eres mi señora en espera. ¿Qué le pasó a Diana, ya no quería ver mi cara? —Hazel soltó una carcajada cuando Rafael rodó los ojos y luego sacó unos papeles.