—Así que ya hay alguien, ¿eh? —sus ojos se volvieron más oscuros y rezumaban autoridad. Sus manos ya la sujetaban en su lugar, una a cada lado de ella en posición de kabedon y exudaba una energía oscura, primal, animal.
La energía zumbar en su alrededor, más aún, él estaba cargado con una sexualidad magnética y fiera. Su dominancia natural era como un imán para ella.
—Pero tus ojos todavía me miran con hambre, recuerdo. ¿Por qué no vienes conmigo y discutimos el asunto en mi cuarto sobre nuestra cama? ¿Eh? —su olor que se sentía como tierra mojada entró en su nariz, haciéndola húmeda por completo.
Su cuerpo quería ceder, pero ella se abofeteó mentalmente y agarró su cuello y arrancó la camisa de su cuerpo.
Dándose una bofetada mental, volvió su enfoque a la conversación. —Ve y encuentra a una que te sirva. No estoy interesada en absoluto.