—Estella ordenó a los guardias que sujetaran a Hazel pensando que ella tendría miedo, pero Hazel solo contaba sus dagas.
Sus ojos brillaban extrañamente, y Estella tuvo la ilusión de que estaban cambiando de color. Sus ojos verdes brillaron plateados y luego la oscuridad empezó a llenarlos.
Parpadeó y sacudió la cabeza para asegurarse de que su visión estaba clara cuando se dio cuenta de que otra daga era lanzada hacia ella e instantáneamente cubrió su cara con sus manos.
—Esta es la única forma en que puedes salvarte. Mantén los ojos cerrados. No has visto ni oído nada —frunció el ceño cuando sintió que Hazel le susurraba al oído.
Juraba haber visto a Hazel demasiado lejos de ella. Intentó abrir los ojos cuando sintió otra daga pasando por su otra mejilla.
—Si yo estuviera en tu lugar, no habría tomado ese riesgo —su voz tembló. Le infligió un miedo extraño que cubrió su cara con sus manos firmemente.