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Cuando sus ojos se encontraron y el entorno dejó de existir. Sus ojos la miraban profundamente. Había pensado que tartamudearía al apartarse, pero ella continuó viviendo sobre él mientras lo miraba a los ojos.
—Hazel, ¿qué estás...
—Te has vendido intencionalmente a mí para poder llegar a Rafael, ¿verdad? —La pregunta lo tomó desprevenido.
Ella debió haberlo deducido después de saber que él era un brujo y que no podía ser atrapado tan fácilmente. Su mente buscó excusas, pero cuando la miró a los ojos claros, que ya sabían la verdad, asintió con la cabeza.
—Hazel, sé que piensas que te traicioné, ¡pero puedo explicar! —ella podía ver el pánico y el deseo de recuperar su confianza en sus ojos.
Él la había salvado muchas veces. Y aunque siempre había sido lo suficientemente grosero como para no comportarse como un esclavo, genuinamente se preocupaba por su seguridad y puso su vida en peligro muchas veces para salvarla.