La chica miró el amuleto con confusión. Pero entonces se dio cuenta de que alguien debió haberle regalado el amuleto a Hazel y se lo estaba dando a... ¡a ella! Para protegerse.
Estaba arriesgando su vida por salvar a una criada como ella. Se sintió conmovida pero al mismo tiempo avergonzada de preocuparse tanto por su vida cuando ella había sacrificado tanto.
—No... No puedo aceptar esto, mi señora. Confío en que usted me protegerá —sacudió la cabeza y no tomó el amuleto de las manos de Hazel.
—Pero si yo muero, quiero que tú ayudes a mi familia. Ellos solo me tienen para protegerlos después de la muerte de mi hermano —Hazel sabía lo que la chica estaba pensando, así que no la presionó más.
Aun sabiendo que la chica no moriría, asintió porque sabía que por mucho que la tranquilizara, el miedo no desaparecería de su corazón.