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—¡Primero apagaré el fuego! —Se levantó listo para irse cuando ella asintió y se sentó frente a las chicas.
Ella siguió mirando fijamente a la chica cuando sus labios se movieron y susurraron palabras inaudibles.
Lentamente, las chicas que parecían perdidas en un sueño eterno comenzaron a parpadear y abrieron los ojos suavemente.
Como si el último momento de sus recuerdos empezara a llenarlas de nuevo, temblaron y miraron alrededor con miedo.
—¿Quién las puso aquí?
—Yo... Fui secuestrada de mi casa cuando estaba paseando por el jardín. No sé quién me trajo aquí —respondió suavemente mientras intentaba sentarse y miraba a su alrededor.
—¿Y tú? —Hazel preguntó a la otra chica con una voz tranquila sin mostrar ni la más mínima prisa.