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—¡Crujido! —el sonido de la puerta en la oscuridad no sonaba menos que el susurro del fantasma que le estaba susurrando lentamente en sus oídos para que se acercara a él.
Ella sabía que podría ser un gran error y podría costarle la vida, pero ¿de qué servía su vida de todas formas? Ella era solo una esposa agobiada, un miembro de la familia no deseado. No había familiares ni amigos que se molestarían si ella desapareciera.
Pero si pudiera salvar a los niños y ayudarles a reencontrarse con su familia, podría ser capaz de traer felicidad a la vida de otros.
Entonces, aunque más tarde la llamaran tonta, no le importaba.
Aunque sabía que sus pensamientos eran nobles, eso no significaba que no estuviera sintiendo miedo.
Sus ojos intentaban adaptarse a la oscuridad, pero no había mucho que pudiera ver.
Aún así, sentía como si la muerte la esperara en cada esquina. Había muchos que la estaban mirando en ese momento y esperando a que bajara la guardia.