—¡Cohabitando! —Esta era la primera vez que Hazel escuchaba sobre eso.
No pudo evitar mirar a su alrededor con más concentración esta vez. Haciendo honor a sus palabras, pudo ver a un joven vampiro sujetando la mano de una mujer y estaba segura de que la humana era su madre por la sonrisa que ambos tenían.
No muy lejos, pudo ver a un vampiro trabajando en una tienda de flores a plena luz del día y muchos humanos compraban flores de la tienda.
Todo el lugar era armónico sin ninguna discusión u odio. No encontró hostilidad entre ellos, lo cual era nuevo para ella.
Sus ojos miraban todo como un niño curioso cuando vio a un grupo de niños jugando en el campo y caminó hacia ellos.
Había cuatro vampiros en el grupo de siete que estaban jugando en un carrusel. Sus risas llenaban los campos verdes.
—Se siente irreal. ¿No es así? —asintió cuando él le susurró al oído sin pensarlo dos veces.